ICASST COLECCIÓN 59 Gases asfixiantes El problema de los gases no tóxicos quizás sea de más alto riesgo para la mayoría de los soldadores, especialmente cuando las operaciones se llevan a cabo en recintos confinados. Los gases de protección se emplean con los procesos GTAW, GMAW y FCAW. Los más comunes son argón, helio y dióxido de carbono. El volumen del gas de protección depende del proceso y de las condiciones de soldeo, encontrándose normalmente en el rango de los 10 a 25 litros/min. La vida no es posible en cualquiera de dichos gases. El aire respirable contiene 21% de O2 y la vida es posible sin problemas hasta un mínimo del 19%. Con el 16% de O2 el nivel es insuficiente para mantener la vida. Cuando el soldeo está confinado en espacios sin ventilación adecuada, los gases de protección diluyen el oxigeno respirable a bajos niveles que resultan peligrosos y pueden provocar la asfixia del soldador. c. Contaminantes existentes en el soldeo de piezas con recubrimiento En algunos casos las superficies de los materiales a soldar son tratadas o terminadas para dotarlas de una protección anticorrosiva. Estos procesos incluyen pintado, esmaltado, galvanizado, fosfatado, cadmiado o aceitado. La exigencia de conocer los compuestos que uno se puede encontrar en el metal básico a la hora de realizar la soldadura, es importante de cara a afrontar los problemas derivados de una posible exposición a gases nocivos. A continuación se enumeran algunos de los recubrimientos más usuales y los riesgos asociados con ellos: Fosfatado Se usa para obtener protección contra la corrosión o como un imprimador de base para la pintura. Al soldar láminas o planchas fosfatadas se forma fosfina (PH3) la cual es extremadamente nociva. Galvanizado Se emplea como protección anticorrosiva. Durante la soldadura los óxidos de zinc pueden causar fiebre metálica. Cadmiado El óxido de cadmio aparece en el humo de soldar planchas cadmiadas (como protección anticorrosiva). Es muy tóxico, los síntomas de envenenamiento son: dificultades respiratorias, sequedad, tos, dolores pectorales y fiebre metálica. Estos síntomas sólo aparecen un día o dos, después de la exposición, una
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