GUÍA DE VIGILANCIA DE LA SALUD EN EL SECTOR PESQUERO

GUIA DE VIGILANCIA DE LA SALUD SECTOR PESQUERO 49 El objetivo principal de la prevención de riesgos laborales es proteger a todos los trabajadores y trabajadoras de la exposición a aquellas situaciones o actividades laborales que pueden provocar un daño en la salud. En lo relativo a la protección de la salud reproductiva, este objetivo es doble: • La protección de la función de procreación recogida en el artículo. 25.2 de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales, lo que incluye a los hombres y las mujeres en edad fértil. • La protección de la maternidad recogida en el artículo 26 de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales, en los puntos 1 y 4, lo que incluye a la trabajadora embarazada, que ha dado a luz recientemente o en periodo de lactancia. La perspectiva, por lo tanto, tiene dos vertientes: • La prevención de los daños derivados del trabajo sobre el hombre, la mujer y su descendencia. • La prevención de desigualdades y discriminaciones en el empleo ligadas a la situación de embarazo, parto reciente y lactancia. La primera consecuencia que obtenemos de este análisis es que tomar medidas de prevención de riesgos laborales dirigidas únicamente a la protección del embarazo y la lactancia resulta, en sí misma, insuficiente, en tanto se apunta únicamente a cuestiones relacionadas con el sexo. Cuando se habla de la salud laboral de las mujeres se piensa básicamente en la salud reproductiva, pero no se presta la atención necesaria a otros aspectos de las condiciones laborales. No deben confundirse “sexo” con “género” ni “género” con “mujer”. Sexo es un término que hace referencia a las características biológicas que distinguen al hombre y la mujer, que son universales, y género es un constructo social que incluye las expectativas de comportamiento de hombres y mujeres en una sociedad, cultura y una época determinada. La Perspectiva de Género es una metodología que se introduce en la construcción del conocimiento y, por otro lado, nos permite trasladar los análisis de la realidad que vivimos, señalando las diferencias y situaciones de desigualdad y discriminación a todos los ámbitos de decisión. Es, en definitiva, un instrumento para conseguir la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres. La incorporación de la perspectiva de género en el modo de actuar de los servicios de prevención contribuye a detectar y corregir estos sesgos en las actividades preventivas y en vigilancia de la salud. SALUD LABORAL Y GÉNERO Los riesgos laborales son fruto de las características del empleo y del trabajo que se desempeña para desarrollarlo. Debido a ello, los riesgos laborales a los que las mujeres trabajadoras suelen estar expuestas son, en muchas ocasiones, diferentes a los de los hombres y, por lo tanto, los daños para la salud también lo son en esa medida. Las mujeres son víctimas de la segregación profesional y sectorial, y de los estereotipos de género; de ahí que exista infraocupación en determinadas actividades económicas y sobrefeminización en otras. Existe una fuerte segregación horizontal del mercado de trabajo, por ejemplo, la presencia femenina es mayor en el sector público, en el sector servicios, en el sector de ventas y en trabajos administrativos. Los hombres suelen trabajar como operadores de máquinas, en trabajos técnicos y en sectores tales como la artesanía, la construcción, el transporte o la industria extractiva. Las últimas encuestas europeas de condiciones de trabajo ponen de manifiesto que las mujeres, en mayor proporción, llevan a cabo tareas monótonas, obtienen un salario inferior, tienen menos oportunidades de participar en la planificación de su propio trabajo y tienen menos expectativas de promoción profesional que los hombres; además, sufren acoso psicológico y sexual en mayor grado. Existe, por lo tanto, una segregación de género en el trabajo, y la misma es elemento clave para explicar la desigual distribución de la exposición a los riesgos laborales. En las actividades desarrolladas predominantemente por las mujeres, los riesgos más frecuentes son los relacionados con posturas de trabajo inadecuadas, largas jornadas de pie, trabajos repetitivos y exposición a agentes químicos y biológicos. Mientras que en los trabajos ocupados mayoritariamente por hombres predominan los riesgos relacionados con la seguridad y la manipulación de objetos con un peso elevado. Esta es una de las razones que explica la alta frecuencia de patologías músculo esqueléticas entre las mujeres. Por otro lado, la organización del tiempo de trabajo parte de un modelo de disponibilidad constante por parte de las personas trabajadoras, sin tener en cuenta las responsabilidades o necesidades relacionadas con el entorno familiar. Numerosos estudios documentan que las mujeres empleadas tienen mejor estado de salud que las mujeres amas de casa que no están en el mercado laboral, pero este beneficio disminuye cuando las mujeres, aparte de trabajar fuera de casa, también son las principales responsables de las tareas domésticas y de cuidado.

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